La inteligencia artificial ¿Hacia dónde nos lleva?
Un
vistazo al sueño humano de la creación
Cuando
en los años cuarenta se pusieron a funcionar las primeras
computadoras (esos roperos de metal, llenos de bulbos) se les llamó
“cerebros electrónicos”, ya que podían hacer sumas. Esto hizo
imaginar a muchos: “Mañana las máquinas conversarán con
nosotros”. Y entonces el cine, los dibujos animados y la televisión
se poblaron de robots “inteligentísimos” —aunque de
movimientos algo torpes— que acompañaban a los humanos en toda
clase de mundos. Mientras los alumnos de cibernética seguían
perforando tarjetas, en el cine la computadora HAL se ponía
paranoica y tomaba la decisión de asesinar a los astronautas de la
película 2001,
Odisea del Espacio.
La
industria de las computadoras no dejó de evolucionar y, de pronto,
aquellos enormes aparatos con grandes cintas de carrete se volvieron
pequeños y mucho más fáciles de operar. Un día ya tenían un
monitor y un teclado para comunicarnos con sus circuitos. Al día
siguiente aparecieron en nuestras casas las computadoras personales y
hoy están por todos lados, volviéndose indispensables. Los niños
de hoy viven en un mundo que, por lo menos en parte, la ciencia
ficción imaginó hace 50 años.
¿A nuestra imagen y semejanza?
La
palabra robot,
acuñada en 1921 por el escritor checo Karel Capek, ya ha dejado de
ser sinónimo de androides metálicos que van moviendo sus brazos
como tentáculos, mientras avanzan sobre sus rueditas por el planeta
de las Amazonas Sicodélicas. Los robots serán parte de nuestra vida
cotidiana.
Ya
comienzan a serlo. En el siglo XX, el ser humano intenta reproducir
el antiguo mito de la creación. Así como, según la Biblia, Dios
creó a Adán y a Eva para no estar solo, ahora nosotros quisiéramos
crear compañeros a nuestra imagen y semejanza. ¿Pero, de qué tipo?
Que nos sean útiles y podamos interactuar con ellos de una forma
cercana, casi natural; por eso se desea poner un cerebro artificial
dentro de un cuerpo que imite lo mejor posible al nuestro. Finalmente
somos como tristes Gepetos soñando con darle vida a un muñeco de
madera para no sentirnos tan solos. Procurando ese sueño, el
industrial estadounidense Joe Engelberg construyó un prototipo en
los años cincuenta, y en la década siguiente vendió su primer
robot útil. Pero realmente los robots dejaron de ser ficción en los
años ochenta, cuando brazos gigantes que se movían obedeciendo un
programa predeterminado, desplazaron a los obreros en las fábricas
automotrices de Japón. Y aunque la robótica tiene el objetivo de
poner a las máquinas a trabajar en todas las áreas posibles, esto
es caro y complicado.
En
los Estados Unidos han logrado crear un modelo que es capaz de
caminar, captar el movimiento de una pelota en el aire y tocarla con
su mano mecánica. Sin embargo, para ejecutar un movimiento tan
sencillo, el costoso robot (que asemeja más a una maraña de
alambres y pistones hidráulicos que a un humano) está conectado a
varias computadoras que trabajan a su máxima capacidad intentando
coordinar lo que detectan los “ojos” (varias cámaras de video) y
el movimiento del brazo y la mano.
Aunque
es cierto que Mike —otro robot acoplado a una lavadora rodante que
limpia, pule y abrillanta pisos— es aún tan caro que cuesta menos
tener un empleado que lo haga, no siempre será así. Un día, la
producción en masa hará a los robots baratos. Si algunos tendrán
una figura semejante a la nuestra, está por verse. Lo que parece más
factible es que sus cerebros electrónicos tengan algún grado de
inteligencia.
¿Puede la inteligencia ser artificial?
La
inteligencia artificial (IA) puede definirse como el medio por el
cual las computadoras, los robots y otros dispositivos realizan
tareas que normalmente requieren de la inteligencia humana. Por
ejemplo, la resolución de cierto tipo de problemas, la capacidad de
discriminar entre distintos objetos o el responder a órdenes
verbales. La IA agrupa un conjunto de técnicas que, mediante
circuitos electrónicos y programas avanzados de computadora, busca
imitar procedimientos similares a los procesos inductivos y
deductivos del cerebro humano. Se basa en la investigación de las
redes neuronales humanas y, a partir de ahí, busca copiar
electrónicamente el funcionamiento del cerebro.
El
avance en la investigación de las redes neuronales va ganando
terreno a una velocidad espectacular. Entre sus aplicaciones destaca
la poderosa computadora Deep
Blue,
que puede vencer a cualquier jugador de ajedrez: no sólo tiene gran
cantidad de jugadas programadas, sino que aprende de su adversario,
por lo que se va volviendo capaz de adelantarse a las decisiones de
su enemigo y hundir sus estrategias antes de que prosperen.
Esas
redes también se han usado en los autos robot, que pueden circular
por las autopistas a una velocidad normal con un excelente margen de
seguridad, y de hecho han cruzado la Unión Americana de costa a
costa sin que el conductor tuviera que tocar el volante o los
pedales. Persisten dos problemitas: la cajuela continúa atiborrada
de equipo y cuestan un dineral. Pero siguiendo esta línea de avance,
es posible que en la próxima década sea común que en la central de
autobuses una máquina pregunte al pasajero si desea viajar en un
autobús conducido por un humano o guiado por computadora; este
último servicio será más seguro y por lo tanto más caro. Se
espera que en poco tiempo, imitando el funcionamiento de nuestro
cerebro, las computadoras ya no tendrán un gran procesador, sino
miles (y más adelante millones) de pequeños procesadores totalmente
interconectados entre sí, lo que permitirá la maravillosa capacidad
de aprender a través de experiencias recogidas por los “sentidos”
de la máquina (cámaras de video, micrófonos, etcétera).
PREGUNTAS:
1.
¿Te gustan los ordenadores? ¿Para qué usas el ordenador? ¿Te
gustaría que tu ordenador pudiera hacer más cosas en el futuro?
2.
¿Cómo te imaginas los ordenadores de dentro de 50 años?
3.
¿Te gustan los robots? ¿Te gustaría tener un robot? ¿Para qué
podría ser útil?
4.
¿Crees que los robots podrán tener sentimientos en el futuro? ¿Y
ser conscientes de que existen?
5.
¿Crees que los robots querrán tener derechos como los seres
humanos? ¿Crees que serán agresivos o pacíficos?
6.
¿Es bueno o malo que los robots sean capaces de aprender por su
cuenta? ¿Y de “reproducirse”?
7.
¿Crees que debería haber límites (leyes) que controlen cómo deben
programarse los robots?
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